Atrás queda Vallecas, entramos en Madrid”. Andaban ellos mirando de un lado al otro y yo soltando parrafadas, cuando en esto que, llegados al Puente de Vallecas, cruzando la M-30, entramos en Pacífico y les suelto: “Aquí se acaba lo bueno, esta es la Frontera. Me acompañan Fernando Luis Puente y su mujer Celeste. Y en su empeño, estuvo también el ayudar a jóvenes valores esforzados en llegar lejos en el noble arte de hablar y respetar, algo que hacía como nadie Fernando Luis Puente.