Ernesto Guevara permaneció en Buenos Aires desde enero de 1947 hasta el 7 de julio de 1952, cuando partiría en su primer viaje por América Latina. La relación duró más de dos años, a pesar de la oposición frontal de la familia, que lo veía como un «hippie enfermizo» por su aspecto, sus ideas radicales y provocadoras, y su deseo de casarse y pasar la luna de miel en un viaje en casa rodante por América Latina.
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