Como conozco a mi marido, y sé que cuando hablo no me escucha, le hice firmar un contrato. El 15 de febrero será recordado en el imaginario colectivo como el día del último partido de la primera fase de competición, y punto de partida para buscar metas mayores. Casi me divorcio. Finalmente, acepté con la condición de redactar otras dos; que él bajara a las 8h. a poner la sombrilla en primera línea de playa y que me echara crema en la espalda.
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